EL HETEROGENEO MUNDO DE LA MONOTOPIA

EL HETEROGENEO MUNDO DE LA MONOTOPIA

El hombre comenzó a dejar marcas simbólicas en su entorno hace miles de años, con la intencionalidad de significar un espacio, su “espacio”, y probablemente, de servir de aviso a posibles competidores o ahuyentar fuerzas maléficas (indalo). Desde entonces hasta los momentos actuales la expresión gráfica ha sufrido muchas e importantes transformaciones.

Durante la mayor parte del siglo XX numerosos artistas plásticos se han acercado al grabado con su curiosidad y talento, enriqueciéndolo con sus aportaciones. En la época de los ismos, la producción gráfica se ha visto contagiada de los mismos avances, contradicciones y vaivenes que han sacudido las distintas sociedades en cada momento.

A medida que el progreso tecnológico avanzaba, las técnicas originarias y precursoras de impresión (litografía, xilografía) iban quedando obsoletas para el mercado industrial, dando paso a técnicas más desarrolladas e innovadoras (offset), quedando éstas relegadas al ámbito de la edición gráfica artística o a la edición limitada de facsímiles y de obras especiales. De éste modo son los artistas y los grabadores los depositarios de ésta tecnología (maquinaria, materiales y procedimientos técnicos) desechada por la industria gráfica.

Existe una modalidad eminentemente gráfica equidistante entre la pintura y el grabado1, ya que aprovecha las técnicas de estampación y procedimientos inherentes al grabado para la consecución de un solo original. Por tanto, difiere en cuanto a la intencionalidad final de la edición de obra gráfica, ya no se persigue la obtención de una matriz que permita una seriación de la obra, sino que todo el esfuerzo se encamina a la obtención de un solo original (al igual que una pintura o escultura).

EL HETEROGENEO MUNDO DE LA MONOTOPIA

A la estampa así obtenida se le denomina monotipo, monotipia o monocopia, y habita ése lugar fronterizo entre el grabado y la pintura, tan difuso y ambiguo como la propia etimología del término.

Partiremos de las definiciones que nos ofrece el diccionario de la Real Academia Española, para intentar dilucidar el lugar que ocupa en la edición de obra gráfica original.

Monotipia

[De mono- y el gr. tipo, tipo, letra].
1. f. Impr. Máquina de componer que funde los caracteres uno a uno.
2. f. Impr. Arte de componer con esta máquina.

MONOTIPO

1. m. Monotipia.

El término monocopia no lo recoge el diccionario, aunque es un término ampliamente usado en el ámbito de las Bellas Artes.

En cuanto al término monotipia, que sí recoge nuestro diccionario, hace referencia a una tecnología empleada en las imprentas tipográficas, para la elaboración mecanizada de los tipos móviles. Uso bastante diferente de la acepción que se invoca en el mundo del arte.

Veamos que nos aportan al respecto distintos diccionarios “especializados” en terminología artística.

Monotipo
Estampa a la que se transfiere por contacto la imagen pintada o dibujada en un soporte rígido cuando el pigmento está todavía fresco. Desde el punto de vista no solo de la técnica sino también del lenguaje, el monotipo está a caballo entre la pintura, el dibujo y el arte gráfico, con el que coincide en el hecho de que el producto final es una estampa, es decir, el soporte que contiene la imagen definitiva es distinto de aquél en el que ha intervenido el artista. Sin embargo, se diferencia del arte gráfico en la más específica genuina y peculiar de sus características: la multiplicidad del producto. En efecto, al no ser fijada permanentemente la impronta en el soporte y, en consecuencia, no ser entintada durante la estampación – el propio pigmento empleado por el artista es el que crea la imagen transferida -, resulta imposible obtener más de una estampa por este método – de ahí su nombre -. El pigmento usado con mayor frecuencia para pintar es el óleo.

Aunque conocido desde el siglo XVII, han sido los artistas del XX quienes se han sentido verdaderamente atraídos hacia el monotipo debido a la originalidad de sus texturas.

Monotipo
Estampa procedente de la estampación (por lo general única) de un dibujo que se pinta en una lámina delgada de metal o cristal y que por presión se pasa a papel.

Monotipia
Con esta técnica el artista pinta directamente sobre una tabla de metal con tintas que suelen ser de color. El artista tiene que trabajar rápido y decididamente ya que el proceso de pintar y pasar por la prensa tiene que realizarse antes de que la tinta se seque. El artista suele empezar trabajando con los colores claros, dejando para el final los tonos oscuros.

La tinta sólo alcanza para una vuelta por la prensa y la humedad del papel puede hacer que la tinta lo emborrone, por lo que el proceso puede resultar exasperante. Cada monotipia es única.

Monocopia
Un monocopia(sic) es un grabado (litografía o aguafuerte), que el artista transforma. Esta transformación la realiza pintando con acuarela, dibujando con pastel, etc. De esta manera el monocopia no forma parte de una tirada, es un ejemplar único y no se puede reproducir.

EL HETEROGENEO MUNDO DE LA MONOTOPIA

Monocopia
1.Proceso de estampación de uso relativamente reciente. Consiste en una composición realizada con tintas calcográficas sobre plancha metálica, que se imprime por medio de la prensa o bien por otros medios o instrumentos como el rodillo o el ‘frotón’. Cada composición permite una sola estampación, de allí su nombre de monocopia, luego de lo cual el trazado desaparece, quedando la plancha dispuesta para ser utilizada nuevamente. Del tipo de procedimiento se deriva su carácter fresco, algo improvisado, ya que por el rápido secado de las tintas no es posible realizar un trabajo minucioso. Se procede así: sobre la plancha limpia se deposita una película de tinta calcográfica por medio de rodillo. Si se emplea solamente tinta negra, por medios adecuados -pinceles, estecas o herramientas apropiadas- se restará de la tinta las zonas destinadas a los grises o se limpiarán completamente las áreas que deben ser blancas. Si se trabaja con color pueden estamparse sobre la misma plancha, los respectivos colores en forma sucesiva, cuidando especialmente efectuar un adecuado marcado de las zonas destinadas a cada color. Pueden usarse además de las tintas calcográficas las tipográficas o litográficas o bien pintura al óleo. Sobre esta última, cabe agregar como observación que no es del todo adecuada por su componente esencial, el aceite. El proceso de impresión es el siguiente: se coloca la plancha con los márgenes limpios sobre la platina, cubierta con papel húmedo y fieltro. Se presiona aumentando progresivamente entre cada pasaje de rodillo hasta obtener que la tinta impresione el papel adecuadamente. Los pintores especialmente, practican otra especie de monocopia pintando en forma directa sobre la plancha, mediante pincel.

2.La monocopia es una variedad de impresión única; sólo sale una buena reproducción de cada lámina. El artista dibuja sobre cualquier superficie lisa, utilizando óleo, acuarela, o tinta. Por lo general se emplea el vidrio, pero también es válida una lámina de cobre pulido o la porcelana. Se puede crear la imagen pintándola sencillamente sobre la superficie de la lámina o mediante un proceso de inversión, consistente en cubrir la plancha con una fina capa de pigmentos e irlos eliminando con los dedos o con un pincel hasta formar la imagen. A continuación se aplica el papel sobre la lámina y la imagen quedará transferida, bien frotando el dorso del papel o utilizando una prensa de grabado al aguafuerte.

La monotipia es una técnica que algunos consideran grabado y otros no. En esencia es grabado por el hecho de que se hace trabajando sobre una superficie, en este caso lisa que sea plana y no porosa, en donde el artista pinta directamente para luego imprimirlo en un papel. Sin embargo, sólo puede hacerse una impresión, por lo que los puristas de la materia alegan que no es grabado.

La monotipia, como el propio nombre indica, es una técnica para producir estampaciones únicas. La plancha, de cobre, cinc, cristal, metacrilato u otro material plano, se pintan con colores al óleo o tinta y luego se pasa por el tórculo. El proceso permite sólo una copia. Los artistas actuales utilizan gran variedad de materiales para crear auténticos colages sobre sus planchas, las cuales arrojan resultados sorprendentes.

Se puede deducir, a la vista de las definiciones que hemos podido recoger, un intento de establecer un significado coherente a los diferentes términos, que en éste caso se aplican no a una técnica, sino a un conjunto de técnicas, ni a un proceso, sino a diferentes procesos y, desde luego, a un lenguaje plástico dotado de la suficiente entidad y personalidad.

Las técnicas de grabado (incluida la serigrafía, de las más antiguas) han estado desarrollándose durante siglos. Precursoras de la imprenta actual, estas técnicas se han ido enriqueciendo, diversificando y perfeccionando, con el objetivo común de la producción seriada de la obra gráfica. Durante el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, las técnicas de grabado se han ido circunscribiendo a la edición de obra gráfica artística (limitada en el número de originales), alejándose de la reproducción de grandes tiradas propia de la industria de las artes gráficas.

Algunos artistas del siglo XX (Picasso, Miró, Dalí, Tápies) han elaborado una ingente obra gráfica en colaboración con los talleres de grabado (principalmente franceses y catalanes). Ellos dieron lustre al grabado dignificándolo y ayudaron a su difusión. Fruto de éste acercamiento de los artistas son las innumerables aportaciones técnicas que han ido incorporándose al grabado.

Poco a poco, la antigua profusión de talleres de grabado fue disminuyendo y en la misma medida el artista fue acercándose e interesándose cada vez más por éste noble arte. Pero al artista le gusta experimentar, y entre tintas y planchas, puntas secas y rodillos descubre la monotipia, mediante la cual puede expresarse en una gama muy amplia de registros, sin sentirse encorsetado por la necesidad de seriación. También hay que destacar la cantidad de artistas que ejercen de grabadores actualmente, es decir, que se dedican a la edición y, por tanto, manejan las técnicas y procesos inherentes al grabado.

El autor encuentra en la monotipia un vasto terreno para la experimentación plástica, incorporando aquellos elementos que amplían su libertad estilística, recurriendo a un sistema indirecto (el paso por el tórculo, la presión del papel sobre una superficie lisa impregnada de pintura, pigmentos, etc.) que invierte de modo especular la imagen en el soporte final. Ésta inversión de la imagen, es una circunstancia propia de todas las técnicas de grabado excepto en la serigrafía (grabado de tamiz).

Existen ciertas similitudes entre la monotipia y las pruebas de estado de un grabado. En éstas, el artista está todavía en la fase de corrección de la matriz y experimentación, incorporando o eliminando elementos, acentuando tonos, variando la paleta cromática, etc. Éstas pruebas que son, de hecho, un inventario del proceso creativo sobre la plancha, permiten al observador un acercamiento al modus operandi del artista, al igual que ocurre con los bocetos previos de cualquier obra artística. Aprovecho aquí para reivindicar el fracaso como fuente efectiva de renovación y aprendizaje. En la mayoría de las técnicas de grabado no se obtiene el resultado deseado sino tras un proceso de pruebas y correcciones.

Dada la gran diversidad de técnicas de grabado y sus derivaciones, encontramos gran dificultad en su clasificación. Simplemente trataremos de establecer un acercamiento no exhaustivo al universo de la monotipia. Si atendemos a criterios técnicos podríamos establecer una primera aproximación a las diferencias entre monotipias realizadas mediante serigrafía, monotipias calcográfica, pictórica, litográfica, fotográfica y digital.

En la monotipia realizada mediante serigrafía (técnica de tamiz) habría que distinguir entre:

La que se constituye de una sola vez, cubriendo (suele usarse guache como pigmento) la superficie de la pantalla y transfiriendo dicha imagen con una sola pasada de la rasqueta al papel.

La que permite, mediante sucesivas reservas con líquido bloqueador (el que se usa habitualmente para tapar poros o imperfecciones de la pantalla) o con plantillas adhesivas, imprimiendo sucesivamente cada uno de los tonos hasta completar el motivo deseado.

Con el término monotipia calcográfica quiero referirme a aquélla en la cual se usa el paso por el tórculo para transferir la imagen al papel. En mi opinión, habría que distinguir entre las monotipias realizadas mediante la elaboración o no de matriz:

Cuando se utiliza matriz, elaborada a través de cualquiera de las técnicas de grabado para fijar la imagen (aunque todo el esfuerzo se enfoca a la consecución de un solo original, en éste caso).

Cuando no se usa matriz (entendida como soporte rígido sobre el que se ha fijado de algún modo la imagen a transferir), se usa una plancha rígida sobre la que el artista elabora, mediante pigmentos u otros elementos, la imagen que será transferida al papel.

La monotipia litográfica permite una amplia variedad de registros, dada la versatilidad de la técnica, ideal para reproducir los trazos del artista con todos sus matices. Puede realizarse usando el soporte tradicional de piedra o plancha metálica.

Las técnicas de las gomas bicromatadas permiten realizar impresiones únicas sobre cualquier soporte mediante procedimientos fotográficos, aplicando una emulsión sensible.

Aunque probablemente el término de monotipia pictórica no es el más afortunado, nos referimos a la monotipia realizada mediante todos aquellos procedimientos manuales de transferencia de imagen, desde el uso de una simple patata (en la que se modela el motivo) pasando por el más conocido de aplicar pigmentos sobre una superficie lisa (vidrio, plancha metálica) que será transferida por la presión de la mano sobre el papel, o con ayuda de una cuchara de palo.

Por último, habría que hacer un capítulo aparte para hablar de las capacidades actuales que se desprenden del uso de los ordenadores para la elaboración de originales en formato digital, que luego pueden ser transferidos a papel mediante sofisticadas impresoras. Aunque aquí no existe ninguna diferencia “formal” con respecto al grabado, en el sentido de que, una vez elaborada la imagen a transferir, la propia información gráfica constituye una auténtica matriz (nunca mejor dicho, si hablamos de matriz matemática), susceptible de ser impresa tantas veces como se requiera, eliminando el desgaste sobre ésta que inevitablemente conlleva cualquier proceso de grabado calcográfico. Si dicha imagen se imprime una sola vez, un solo original, es una monotipia.

Pero éstos nuevos sistemas de producción gráfica tienen sus pormenores. Entre los más importantes, habría que destacar la calidad de la tinta y del papel, coste de los sistemas de impresión (impresoras), del hardware y software. Para que una imagen impresa de éste modo tenga una calidad artística y una durabilidad aceptables, deben usarse tintas basadas en pigmentos (diferentes a las que se usan en un entorno doméstico o laboral, basadas en tintes y de poca perdurabilidad), papeles especiales y sistemas de impresión que tienen un coste alto, que lo hace inasequible para la mayoría de los artistas, por el momento (ya que la tendencia es a ajustar cada vez más los precios). Como alternativa surgen centros de impresión bajo demanda apoyados, habitualmente, por las empresas que comercializan los sistemas de impresión, las aplicaciones informáticas, los consumibles como tintas o papel, etc. Lugares en los que el artista puede imprimir su obra, con las ventajas adicionales que la informática proporciona (por ejemplo, se puede enviar la obra directamente al centro de impresión en formato .jpg vía Internet). Este tipo de impresión incipiente, denominada glicèe, está en continua transformación, apareciendo continuamente en el mercado nuevos modelos de impresoras, de tintas especiales basadas en pigmentos y de papeles especiales.

Es destacable la importancia de las nuevas tecnologías en la creación artística, que inevitablemente producen un cambio en los medios de difusión del arte, en los procesos, intenciones, etc. Su presencia es cada vez más patente tanto en la concepción de la obra (mediante digitalización de imagen, elaboración con aplicaciones gráficas) como en la impresión de la misma (a través de impresoras, soportes y tintas especiales). Muchas obras gráficas actuales existen sólo en la red de redes, y aunque cualquier imagen en formato digital es susceptible de ser impresa, no necesariamente lo serán (ni necesitan serlo para ser disfrutadas). Incluso algunas de éstas, constituyen propuestas audiovisuales más cercanas al cine, a la performance o al video que al hecho gráfico en sí.

Como vemos, la práctica de la monotipia supone un gran estímulo a los artistas plásticos que practican o se interesan por el grabado en todas sus modalidades, y ha conquistado definitivamente un hueco en el mundo del arte, particularmente en la edición de obra gráfica. Buena prueba de ello es el interés que suscita en los concursos de grabado, incorporándose como una modalidad a tener en cuenta, e incluso creándose apartados dedicados en exclusiva a ella. Cabe citar los certámenes que se desarrollan en Latinoamérica, sobre todo en Argentina, donde el grabado goza de gran importancia y consideración, y la práctica del monotipo está muy extendida.

El elemento diferencial entre una monotipia y una pintura (óleo, acuarela, etc.) es puramente técnico. El valor venal de una obra así realizada respecto de una pintura es idéntico, a mi entender, por cuanto que hablamos de obra única y original, y dependerá de los mismos factores de calidad y originalidad, que intervienen en la valoración de cualquier otra obra del mismo artista. El aliciente de indagar en el proceso técnico que hay detrás de una monotipia no es menor que el análisis de cualquier obra pictórica. Tampoco creo que se la pueda catalogar meramente como una técnica de estampación determinada, ya que puede ser resuelta con cualquiera de ellas o combinadas entre sí, o con otros procedimientos como intervenciones directas del autor, colages, por citar alguno de los procesos que hemos visto anteriormente.

La magia en la contemplación y disfrute de una monotipia reside, no sólo en la convicción de que estamos ante una obra original y única, ni siquiera en la complejidad técnica que pueda dejar entrever, sino en esa suma de concentración, de fuerza contenida, de espontaneidad, sazonada con una cierta cantidad de azar y savoir faire.

En conclusión, puede decirse que estamos en los albores de un siglo en el que el arte se hace cada vez más asequible a todas las personas, y no sólo a una élite cultural, a lo cual contribuye especialmente la obra gráfica (como viene haciendo desde sus comienzos). Que cada vez son más los artistas que se acercan a su práctica, y enriquecen con su contribución personal éste medio. Que parece que empiezan a desterrarse los prejuicios seculares que ha habido respecto de la obra gráfica frente a otros medios de expresión plástica, principalmente gracias a su difusión y mayor conocimiento.

Estamos, por tanto, ante un esperanzador panorama en la edición de obra gráfica original, abierto a la investigación y la experimentación, donde el artista puede desarrollar y ampliar su universo estilístico. Y la monotipia, como máximo exponente de ése territorio de fronteras difusas entre las prácticas pictóricas y el grabado, reivindica con fuerza inusitada un lenguaje con su propia idiosincrasia.